Dependiendo del porcentaje de grasa corporal que tengamos, somos agua entre un 50% y un 80%. El agua regula la temperatura corporal, elimina toxinas y sustancias de deshecho, transporta nutrientes y oxígeno a las células, disuelve vitaminas, minerales y otros nutrientes. Por eso, en cuanto el organismo detecta un déficit de agua, nos llama la atención mediante la señal inequívoca de la sed. Si no atendemos esa señal, se produce la deshidratación. No hace falta ir al desierto. Una deshidratación leve, de apenas el 1% del peso corporal puede dejarte letárgico. Los efectos de la deshidratación en la piel son fácilmente visibles. Pero, además, el agua ayuda a controlar el peso, no sólo porque sacia, sino porque ayuda a quemar calorías. ¿Cuánta agua hay que beber? La cantidad depende de la dieta (más o menos sólida); del sexo (los varones necesitan más cantidad); de la actividad física que hagamos; del grado de humedad, temperatura y altitud del lugar donde estemos; de nuestro estado de salud (la fiebre exige reponer fluidos)… como norma general, los expertos aconsejan beber unos 8 vasos de agua al día. Si hacemos deporte intenso, podemos necesitar 12 vasos.