Correr es una práctica saludable cada vez más extendida, sólo hay que ver la proliferación de carreras, medias maratones y gente trotando por parques. Lo cierto es que es una práctica fácil que permite mantenerse en forma. No hay horarios, se puede hacer solo y es barato. Solo necesitas un par de zapatillas y dosis de voluntad.
Es tan importante como hacer deporte, el post ejercicio. Estirarse es crucial para favorecer que no aparezcan agujetas o lesiones y tan importante como esto es la ducha después de correr.
El calor y sudoración que provoca el ejercicio aeróbico viene dado por que la temperatura de nuestro cuerpo aumenta, los vasos sanguíneos se dilatan, hecho que se prolonga una vez terminado el entrenamiento. Esto se debe a que nuestro corazón empieza a bajar su ritmo causando que el calor se acumule en tus músculos en lugar de enviarlo a la piel. Por ello es importante comenzar la ducha cuando hayamos terminado de sudar (si no seguiremos sudando después del baño). Lo ideal es que esta ducha dure un rato largo, alternando agua caliente que aumenta el riego sanguíneo, acelera la limpieza y drenaje de la piel y favorece la recuperación localizada, con agua fría que estabilizan el ritmo cardiaco, ayuda a contraer los vasos sanguíneos y por lo tanto reduce la inflamación. Asimismo, tiene efecto tonificante. Se debe de alternar en ciclos de 2 a 3 minutos, empezando con agua caliente. Estar en forma y tener hábitos saludables es mucho más fácil de lo que parece, ¿os animáis?