LA REINA ISABEL DE CASTILLA ESTABA ORGULLOSA DE HABERSE BAÑADO SÓLO DOS VECES EN TODA SU VIDA
En particular, la reina Isabel de Castilla, una de las figuras más emblemáticas de la época, estaba orgullosa de haberse bañado sólo dos veces en toda su vida. Sí, has leído bien, ¡dos veces! Los primeros cristianos desconfiaban del placer del baño y lo consideraban vanidoso, así que hacerlo con regularidad no estaba bien visto. Europa tardaría siglos en darse cuenta de la relación entre la falta de higiene y las enfermedades. Para nosotros hoy, acostumbrados a ducharnos todos los días, este dato resulta increíble. Conoce más sobre los hábitos de aseo en la corte de la reina Isabel y sorprenderte de lo mucho que hemos progresado.
La reina Isabel De Castilla y su orgullo de bañarse sólo dos veces
¡Imagínate sólo bañarte dos veces en toda tu vida! La reina Isabel de Castilla estaba tan orgullosa de su falta de aseo personal que presumía de esta hazaña. En la Edad Media, los europeos consideraban la limpieza como algo vanidoso y pecaminoso. Preferían la santidad a la higiene.
Hoy en día, nos damos un chapuzón diario, ¿no? El baño se ha convertido en una necesidad básica y en un momento de relajación. Deberíamos sentirnos afortunados de vivir en una época donde la ducha es algo cotidiano.
En tiempos de la reina Isabel, la gente no se lavaba por temor a enfermarse. Irónicamente, esa falta de higiene fue la causante de terribles epidemias. La relación entre el aseo y la salud tardó siglos en descubrirse.
Aunque a la reina Isabel le encantaba presumir de su escasa limpieza, el resto de los mortales no la pasaba tan bien. El hedor de la gente en aquella época debía ser insoportable. Menos mal que hoy en día valoramos el agua corriente y los beneficios de una buena ducha caliente.
Es todo un lujo del que podemos disfrutar a diario. Así que la próxima vez que te des un baño, agradece a la vida por esos pequeños placeres que nos brinda la modernidad. Y piensa en la pobre Isabel, quien solamente conoció lo bien que sienta una ducha en solo dos ocasiones.
El desinterés por el aseo personal de los primeros cristianos
Para los primeros cristianos, el baño era considerado un lujo vanidoso que distraía de la santidad. Hoy en día disfrutamos de la ducha diaria como una necesidad básica, pero en la Edad Media el baño era un placer escaso. Los cristianos veían el aseo personal como algo pecaminoso y mundano que alejaba del espíritu. Prefirieron evitarlo y ganar en devoción.
¡Menos mal que la humanidad recapacitó! Eventualmente, Europa descubrió la relación entre la falta de higiene y las enfermedades mortales. El baño dejó de ser un lujo para convertirse en una cuestión de salud pública.
Hoy damos gracias por poder disfrutar de la regadera. Ya sea una ducha rápida o un baño relajante con burbujas, es un deleite del que la reina Isabel solo pudo soñar. Apreciemos este lujo que ella consideraba una vanidad y demos gracias por vivir en una era donde la higiene es una prioridad.
La higiene personal en la edad media
La higiene personal en la edad media era prácticamente inexistente. ¡Imagina no bañarte durante meses e incluso años! Durante la Edad Media, la mayoría de la gente en Europa rara vez se bañaba.
Bañarse se consideraba innecesario e incluso peligroso
La gente creía que bañarse abría los poros y permitía que enfermedades y plagas entraran en el cuerpo. ¡Qué horror! En lugar de bañarse, la gente simplemente se perfumaba para ocultar el olor corporal.
La reina Isabel estaba orgullosa de su falta de higiene
La reina Isabel I de Castilla presumía de haberse bañado sólo dos veces en su vida. Ella creía que bañarse era una debilidad y que el olor a suciedad demostraba santidad.
Las enfermedades prosperaban
No es de extrañar que las enfermedades como la peste negra diezmaran a la población durante este período. La falta de higiene personal, sumada a la acumulación de basura y las ratas que transportaban pulgas infectadas, crearon las condiciones perfectas para la propagación de enfermedades mortales.
El renacimiento del baño
Afortunadamente, a finales del siglo XV, los europeos comenzaron a darse cuenta de los beneficios de la higiene personal. Se hicieron populares los baños públicos y el baño privado en el hogar. La gente comenzó a lavarse con más frecuencia y el interés por la limpieza y el aseo personal aumentó.
¡Qué cambio tan drástico en tan sólo unos siglos! Da gracias por poder disfrutar de una relajante ducha caliente cuando quieras. La higiene personal es definitivamente un lujo que vale la pena apreciar.
¡El camino hacia la limpieza fue lento, pero valió la pena!
Te encantará saber que bañarse ha pasado de ser algo que se hacía dos veces en la vida a un capricho diario para la mayoría. ¡Qué viaje tan largo y extraño!
- La reina Isabel se enorgullecía de haberse bañado sólo dos veces, pero la mayoría de los europeos apenas se lavaban. Pensaban que era vanidoso y veían la suciedad como una insignia de piedad. No es de extrañar que proliferaran las enfermedades.
- Por suerte, en el siglo XVI volvieron con fuerza las casas de baños. La gente se dio cuenta de que estar limpio era fantástico y, además, saludable. Las cañerías interiores pronto hicieron que los baños en casa fueran pan comido.
- En el siglo XIX, los ricos construyeron baños de lujo. Las bañeras de hierro fundido, las primeras duchas y los inodoros con cisterna se convirtieron en comodidades codiciadas. Para la gente corriente, los baños del sábado por la noche en una bañera de hojalata eran un asunto familiar, y el agua caliente, un lujo.
- En 1900, las duchas superaron en popularidad a las bañeras. La fontanería mejoró, los calentadores de agua se extendieron y bañarse con frecuencia se puso de moda.
- Ahora tenemos duchas de alta tecnología, bañeras de hidromasaje y un arco iris de jabones y esencias. El baño pasó de ser una tarea a convertirse en un apreciado ritual diario.
¡Qué transformación de las actitudes y la tecnología en 500 años! Hemos recorrido un largo camino para convertir la limpieza en algo habitual. Así que la próxima vez que te metas en la ducha, valora lo lejos que hemos llegado y la suerte que tienes de no compartir los hábitos de baño de la reina Isabel. Las cañerías interiores y las duchas diarias son verdaderos pequeños lujos de la vida.
Conclusión
Ahora disfrutamos de duchas calientes todos los días, a veces más de una vez. La higiene personal es una de las mayores comodidades de la vida moderna. Así que la próxima vez que te metas bajo el chorro de agua caliente, date un momento para apreciar este lujo que damos por sentado. Y recuerda, si hubieras nacido en la época de la reina Isabel, quizás sólo te hubieras bañado dos veces en toda tu vida. ¡Vaya suerte la nuestra!