Buñol, una villa ubicada a tan sólo 40 minutos de Valencia, España es el escenario que se tiñe de rojo cada año… y no por motivos que aparezcan en la sección policiaca de los diarios, sino porque se lleva acabo cada 27 de agosto el festival de La Tomatina.
Ese día, Buñol, de ser una villa tranquila y silenciosa, se transforma en un pueblo de fiesta, que atrae a miles de personas de todo el mundo para uno de los festivales españoles más alocados, el lanzamiento de tomates.
Esta celebración comenzó en 1945 como una gresca entre jóvenes, que se convirtió en tradición con ligeros tintes de desorden, por lo que fue prohibida por las autoridades.
Pero ante el reclamo popular que en 1957 protesto escenificando el «sepelio del tomate» y las autoridades institucionalizaron la tradición.
Llegan unos 40 mil visitantes
Ahora se reunen alrededor de 40 mil personas lanzando 40 toneladas de tomates .
La batalla comienza el día del santo patrono del lugar y concluye con una serie de festividades, desfiles, fiestas callejeras y una serie de fuegos artificiales.
Los participantes toman en cuanta reglas que se establecieron por el consejo de Buñol: es ilegal llevar botellas u objetos que puedan causar accidentes, no se pueden desgarrar playeras, los tomates deben ser aplastados antes de lanzarlos para no lastimar a nadie, después de que se dé señal de finalización, nadie puede seguir lanzando tomates.