Frecuentemente confundidas con las sirenas, las ondinas pertenecen a la mitología germánico-escandinava, y su equivalente griego son las náyades. Las ondinas son ninfas que habitan en los ríos y los lagos, mujeres-pez sin cola como las sirenas, pero con el cuerpo cubierto de escamas azuladas o verdosas, de tonos marinos. Sus manos y pies son palmeados para facilitar su desplazamiento bajo las aguas, pero también pueden caminar y respirar fuera del agua.
Su papel en la mitología es la de un tipo de criaturas traviesas sin una noción muy clara del bien y del mal. Sus «travesuras» pueden ir desde un inocente chapuzón en un río, a la creación de corrientes submarinas capaces de hacer zozobrar a una embarcación de pescadores.
Se dice que su alegre risa puede hechizar a quien la escucha, y que si una ondina se enamora de un ser humano, se convierte en su fiel protectora para siempre.