Desde los baños de vapor cargados de aromaterapia o la utilización de aceites esenciales de plantas como principio activo de los cosméticos, hasta el ritual acuático de los balnearios urbanos, el agua y lo natural parecen ser el hilo conductor de las nuevas corrientes estéticas.
Incluso los grandes laboratorios cosmetólogicos tradicionales se han vuelto hacia la cosmética natural, en busca de los remedios de nuestras abuelas. El agua es el vehículo de los aceites esenciales, extraídos en la actualidad con sofisticados sistemas. El resultado es una gota de esencia concentradísima, el alma misma de la planta.
La así llamada fitocosmética actúa por inhalación, directa a los centros neuronales del placer; por ingestión, pasando al torrente sanguíneo; y por absorción desde la epidermis en forma de aceite o crema. Una nueva forma de cuidar del cuerpo en comunión con la naturaleza.