Las varices son una dolencia muy extendida, especialmente entre las mujeres: una de cada ocho mayores de 35 años las padecen. En verano, debido a las altas temperaturas, el problema se acentúa. Además, en vacaciones solemos desplazarnos más en avión, y las personas con varices son víctimas fáciles del «síndrome de la clase turista«, que puede llegar a crear un trombo venoso.
Las personas con varices sufren una vasodilatación venosa permanente, por lo que cualquier método que permita la constricción de esas venas dilatadas, será bueno para atenuar el dolor y las consecuencias ciculatorias de las varices. Decansar a menudo y con las piernas en alto, realizar ejercicio moderado y aplicarse duchas locales de agua fría son las medidas más efectivas.
Darse un masaje circulatorio con agua fría a presión en la ducha contrarresta la presión venosa, favoreciendo la constricción de las venas y proporcionando alivio con una gran sensación de ligereza. ¡Todos a la ducha!