El agua es beneficiosa en muchos sentidos, pero existen diversos tipos de terapias acuáticas en función del tipo de agua que se utilice y la forma concreta de aplicarla.
La hidroterapia consiste en sumergir el cuerpo o partes del mismo en agua a diferentes temperaturas, con o sin otras sustancias naturales. El agua puede ser aplicada a presión -como en el caso de las duchas escocesas, terapia de la que podemos disfrutar en casa con nuestra propia ducha– o por inmersión en balnearios, spas, etc. Tiene efectos beneficiosos sobre la circulación, las articulaciones y los músculos.
La terapia marina o terapia de Quinton consiste en la ingestión de agua de mar en ampollas o en spray. El agua de mar se recoge a una profundidad de entre 10 y 30 metros, para garantizar la conservación de su pureza. Es beneficiosa para tratar problemas respiratorios, sobre todo.
Por último, los tratamientos con agua dialítica son muy utilizados para enfermedades renales. Se añaden minerales al agua para facilitar el drenaje en casos de enfermedades de la vesícula y el riñón.