No es el título de la última canción de Raffaella Carrá, sino el sistema que utilizan las alcachofas de ducha Evolve Showerheads para ayudarnos a ahorrar agua y energía. Como suele ocurrir con los mejores inventos, es increíblemente sencillo.
El agua fluye normalmente mientras nos duchamos, pero la ducha incorpora un sensor de temperatura y, cuando el agua alcanza los 95 grados Fahrenheit (35 grados centígrados), la ducha interpreta que ya está bien -es decir, que llevamos bajo el chorro de agua más tiempo del necesario para ducharse- y corta el flujo de agua.
Para que el agua vuelva a fluir basta con agitar un poco la alcachofa; se trata simplemente de concienciar al usuario, de darle un aviso que le haga preguntarse «¿realmente necesito estar tanto tiempo bajo la ducha?». Por supuesto, sin una actitud responsable este dispositivo es absolutamente inútil.