Me encanta. Llego a casa después de pasar una hora apretujado en el Metro, y mi terapia personal consiste en darme una ducha bien caliente. Me olvido del estrés, de las prisas y de todo lo que no sea disfrutar del momento.
Cambiar mi bañera por un plato de ducha es lo mejor que he hecho en mucho tiempo. Antes mi cuarto de baño era minúsculo. Ahora sigue siendo igual de pequeño, pero con la ducha he ganado mucho espacio. Mi madre vive conmigo; ya es mayor y más de una vez ha estado a punto de caerse en la dichosa bañera. Mi ducha nueva -¿os he comentado ya que es fantástica?- tiene un plato de ducha especial con tecnología antideslizante, ahí es nada. Así es más difícil resbalarse y caer.
Y además me ha costado mucho menos de lo que pensaba, me la han garantizado por cinco años y sólo han tardado un día en ponérmela. ¿Pero es que se pueden hacer las cosas mejor?