El organismo no es capaz de fabricar toda el agua que necesita. Teniendo en cuenta que se eliminan 1,5 litros a través de la orina, 0,5 a través del sudor y unos 0,4 por el aliento, resulta que se deben recuperar 2,5 litros.
Ahora bien, todas estas cifras son medias estadísticas. La realidad individual varía en función del peso corporal, la actividad y el clima, entre otros factores. La necesidad de 2,5 litros (se toma esta cifra como referencia) se satisface a través de los alimentos sólidos y de las bebidas. La distribución depende del tipo de alimentación. Por ejemplo, si se sigue una dieta ligera en calorías que incluye cantidades importantes de frutas y verduras, que son agua en un 85-95%, la necesidad de beber agua es menor que si los menús son calóricos y se consumen muchas carnes, grasas, pan, patatas fritas o azúcar, que son alimentos con una baja proporción de agua.
El exceso de sal en la dieta es otro factor que aumenta la necesidad de líquido. Desde este punto de vista se puede hablar con toda la razón de dietas más o menos hidratantes.
La mayoría de nutricionistas están de acuerdo en que se debe beber diariamente en torno a 1,5 litros de agua, pero teniendo en cuenta que se trata de un consejo teórico y que, por ejemplo, las personas pesadas, que hacen ejercicio y comen pocos vegetales, pueden precisar el doble o más. Por otra parte, en las estaciones cálidas aumentan las necesidades, sobre todo si se realizan actividades deportivas, se toma el sol o el clima es húmedo. Conviene saber que los médicos deportivos recomiendan que se beba entre 0,5 y 1 litro por cada hora de ejercicio. Asimismo, aconsejan que se beba antes, durante y después de la actividad.