Ayer 22 de junio, el Atlas V puso rumbo a nuestro satélite, con el objetivo principal de buscar agua y otros factores que puedan propiciar la futura estancia del ser humano en La Luna. El cohete, que partió desde el Centro Espacial Kennedy en Florida, no lleva tripulación a bordo, pero sí dos cápsulas científicas que cumplirán sendas funciones de reconocimiento.
Una vez que el Atlas V entre en la órbita lunar, liberará las dos cápsulas científicas, LRO (Orbitador de Reconocimiento Lunar) y LCROSS (Satélite Sensor y de Observación de Cráteres Lunares).
La primera misión de LRO, equipado con instumentos de alta precisión, será la de realizar un exhaustivo estudio de la orografía de La Luna con objeto de determinar los emplazamientos más adecuados para futuros descensos de naves terrestres. Además de estudiar palmo a palmo la geografía lunar, incluso la cara no visible de La Luna, LRO analizará el subsuelo en busca de hielo y agua.
LCROSS teledirigirá un módulo del Atlas V para que éste impacte en una zona cercana al polo de La Luna. Su objetivo es determinar si hay o no presencia de agua en los polos lunares. La estela explosiva provocada será analizada por el propio LCROSS, por telescopios terrestres y por el observatorio espacial Hubble.
El lanzamiento del Atlas V es considerado por la NASA como el primer paso para el retorno del hombre a La Luna en las próximas décadas.