A finales del pasado año, una expedición marina de los Estados Unidos y Australia pasó un mes en la llamada Tasman Fracture Zone, cerca de Tasmania. Su objetivo era explorar el fondo marino a una profundidad jamás investigada, a 4.000 metros por debajo de la superficie del agua en un área de unos 2 kilómetros.
Además de las inevitables señales de degradación propiciadas por el cambio climático, los científicos encontraron especies marinas desconocidas, como arañas acuáticas gigantes, corales fósiles de 10.000 años de edad e incluso una planta carnívora acuática de la especie de las ascidias, sujeta al suelo a 4.000 metros de profundidad y provista de una forma acampanada prensil en su extremo, que atrapa a los organismos que se acercan.
Una fauna apasionante destinada a desaparecer por la acidificación del agua promovida por el calentamiento global, según las conclusiones que arroja el informe de la expedición.