¡El abuelo se ha independizado!
¡Qué tío! Lo cierto es que, pese a todos los impedimentos que le pusimos cuando nos lo planteó, hay que reconocer que es un hombre admirable. Después de sobrevivir a una guerra civil y al hambre que vino después, quedarse sin la abuela (su mujer durante 50 años) de la noche a la mañana y tener que aprender a vivir con una prótesis en la cadera, una simple bañera no iba a detenerle.
Él mismo vio el anuncio en el periódico, llamó por teléfono y pidió que le cambiaran la bañera de su antiguo piso por una flamante -y segura- ducha nueva. ¡Dicho y hecho! En 24 horas le instalaron la ducha, sin escombros ni líos de obras. Y a la semana siguiente se mudó; lo de vivir rodeado de hijos y nietos no es lo suyo.
Su nueva ducha ha quedado tan bien que estamos pensando en hacer lo mismo en el baño de casa. ¡El abuelo sí que sabe!