Tengo veintisiete años. Hace tres, mi novio y yo tuvimos un accidente de moto bastante aparatoso. Como resultado, la moto fue al desguace y yo, a una silla de ruedas.
Con la columna hecha un ocho, los médicos no daban un duro por mi recuperación; pero esos no saben cómo las gasto. Cuando me empeño en algo, no paro hasta conseguirlo. Primero conseguí levantarme de esa silla, y ahora estoy pensando en independizarme de mis muletas.
De momento, he cambiado mi bañera por una ducha a ras del suelo con apoyos estratégicamente colocados y una banqueta. Me ducho sentada, como una reina. Y sin ayuda, como lo hace cualquiera a los veintisiete. No es sólo por mis problemas de movilidad: recomiendo a todo el mundo que cambie su bañera por un plato de ducha. ¿Cómo he podido vivir todo este tiempo sin ella?