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Con una ducha al día es suficiente para estar limpio y aseado. El agua debe estar tibia porque a temperaturas mayores la piel se seca y puede llegar a cuartearse.
En caso de más de una ducha al día, limitar el uso de jabón a la primera.
Conviene que el gel incluya en su composición extractos de aceite vegetales (mantienen y regeneran el manto protector de la piel) y que además respete el PH de la piel. Lo ideal es que el índice se encuentre en torno al 5,5, pero no más del 6,5.
El sector cosmético está sometido a una fuerte regulación, pero no está de más comprobar que el producto de baño adquirido dispone del listado de ingredientes, que la información está en castellano y que en ella figuran los datos de un fabricante de la Unión Europea o con responsabilidad en ella.
Se debe ser cuidadoso en la aplicación del gel de baño. No conviene hacerlo con fuertes fricciones, ya que podemos agredir a nuestra piel. Basta un leve masajeo con la mano o con una esponja muy suave para retirar la posible suciedad del cuerpo.
No hay que descuidar la hidratación después de la ducha (previene la tirantez y la sequedad de la piel) ni su secado, de manera especial en axilas, ingles y pies, para evitar la aparición de infecciones fúngicas.