La natación es una buena práctica para personas de cualquier edad. Incluso para los bebés. No hay que olvidar que pasamos nueve meses antes de nacer sumergidos en un medio acuático. Más allá del placer que proporciona al bebé este tipo de ejercicio y el baño en general, han quedado demostradas las virtudes terapéuticas de la natación en bebés.
La natación aumenta y fortalece el vínculo afectivo entre el bebé y sus padres, que le acompañan en todo momento en la piscina. Además, favorece el desarrollo intelectual del niño, que desarrolla su creatividad y capacidad para tomar decisiones estratégicas ante diferentes «problemas». A nivel físico, fortalece su musculatura, favoreciendo las posteriores etapas del desarrollo, y aumenta su propiocepción, el sistema del equilibrio y su capacidad de movimiento. Un buen baño, la mejor forma de estimulación temprana.