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Después de un invierno bastante crudo, han asomado tímidamente los primeros rayos de sol. Estamos todos ávidos de buen tiempo, de salir a la calle ligeritos de ropa y de darnos un buen baño en la playa o la piscina. Pero, ¡oh, horror! El espejo nos devuelve la imagen de unas carnes blancuchas y más bien blandas.

La buena noticia es que no hay que irse a ningún sitio ni pagar una cuota para ayudar a la piel y a los músculos a recuperar el tono perdido. Solo necesitas una ducha y constancia para realizar una rutina de tonificación bajo el agua. Activa tu circulación olvidándote del agua muy caliente. La ducha debe ser templada, y terminar con un par de minutos de agua bien fría.

Masajea tus piernas con un guante de crin para eliminar las células muertas, utiliza un buen exfoliante natural una vez por semana y termina siempre tu ducha con agua fría, empezando por los tobillos y subiendo hasta los muslos, abdomen, pecho y brazos. Y si aún no has cambiado tu bañera por un plato de ducha, ¡hazlo ya!