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Mi mujer llevaba todo el año dándome la barrila con lo de cambiar la bañera por un plato de ducha. Que si los vecinos ya lo habían hecho y les habia quedado el cuarto de baño como nuevo, que si no tardaban más que un día en hacerlo, que si nada de follones de obras…

Finalmente decidí darle una sorpresa por su cumpleaños, hace dos semanas. Llamé a la empresa que le habían recomendado los vecinos, enseguida vinieron a tomar medidas, nos dieron cita y llegaro un día por la mañana (después de que Ana, mi mujer, se hbiera ido al trabajo). A las 8 de la tarde estaba la ducha nueva puesta, y el baño como nuevo. ¡No parecía que esa misma mañana hubiera habido una bañera!

Ana llegó y se llevó una sorpresa mayúscula. Casi se echa a llorar de la ilusión. Ha merecido la pena ver su cara… ¡y disfrutar de una refrescante ducha todas las mañanas!