Cuando pensamos en rugby se nos vienen a la mente fornidos jugadores, un campo de hierba, golpes, rudeza y juego duro. El rugby subacuático es un poco así, pero a cámara lenta, con la fluidez de movimientos que da el agua.
En 1961, al alemán Ludwig von Bersuda se le ocurrió la idea de llenar unos balones de agua y trasladar el rugby a la piscina. Más adelante se empezaron a rellenar las pelotas con agua salada, menos pesada. La pelota no es ovalada como en el rugby tradicional, el «campo» es una piscina de entre 3 y 5 metros de profundidad, y se juega en equipos de seis jugadores.
En España existen equipos profesionales, como el Club Pirañas Peñafiel de Valladolid, para quienes ir a la piscina significa algo más que darse un baño. Un deporte de agua de lo más original.