Dicen que he perdido la chaveta. Me tienen miedo, y por eso prefieren pensar que estoy gagá. Pero de eso nada, estoy más cuerda que nunca. Sólo porque estoy un poco torpe, pretenden ponerme a una persona que me ayude a entrar en la bañera y a ducharme.
Pero a mí, desnuda, sólo me vio mi Manolo, que en paz descanse, y así va a seguir siendo. He conseguido que me cambien la bañera por un plato de ducha. No se lo creían, pero como les dije, me lo han hecho en el mismo día y sin líos de obras. Lo dejaron todo como se lo habían encontrado, impoluto.
Y ahora puedo entrar en mi ducha nueva arrastrando los pies, si quiero. Y puedo agarrarme mientras me ducho, y ducharme sentada para no caerme. Que una será vieja, pero tiene su dignidad.