Hay un efecto curioso cuando se termina el invierno, al margen de que florecen las terrazas, los días se alargan, la gente parece salir de un letargo vital, ocurre un cambio en nuestra propia casa. Nuestro armario cobra vida, dejamos de lado las prendas grises, negras, pardas para llenarlo de color con amarillos, rojos, naranjas. De repente, abrir el armario es como sentir una brisa fresca. Y eso hace reflexionar sobre su importancia.
Ya habíamos hablado con anterioridad de duchas con cromoterapia, quizás el siguiente paso sería llenar de colorido, no solo nuestros baños, sino nuestros hogares. El minimalismo y el diseño parecen ir atados a la sobriedad y limitación en la tonalidad, pero cada vez hay más propuestas que conjugan diseño y tonos vivos. Desde aquí apostamos por un mundo lleno de color.