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El agua como objeto de disputa entre gobiernos no es algo nuevo. Según datos de Manos Unidas, existen 261 cuencas hidrográficas que atraviesan las fronteras políticas de dos o más países, afectan a cerca del 40% de la población del mundo y representan aproximadamente el 60% de las corrientes fluviales del mundo. 145 naciones tienen una parte de su territorio en cuencas internacionales y 21 están metidos dentro de dichas cuencas. Todo esto ha motivado que en los últimos 50 años se hayan tenido que firmar 200 acuerdos para evitar conflictos.

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Entre los 15 países con mayor «estrés de agua» están Arabia Saudita, Yemen, Egipto, Israel, Corea, Irak, Madagascar, España, Irán, Marruecos, Pakistán, Alemania, Italia, Sudáfrica y Polonia. Algunos expertos afirman que, las futuras guerras por el agua, sólo se producirán si esto forma parte de las aspiraciones políticas de los gobiernos. Un ejemplo es el caso de Palestina, donde Israel ha invadido las cuencas del Jordán como parte de su proyecto colonialista.

Para intentar mejorar este sombrío panorama, la ONU ha proclamado del 2005 al 2015 el Decenio para la Acción “Agua Fuente de Vida”. En este periodo, el reto es reducir a la mitad el número de personas que viven sin acceso al agua potable y detener la explotación no sostenible de los recursos hídricos.

Pero lograr esos resultados exige una inversión de entre 14.000 y 30.000 millones de dólares por año. Según la ONU, se deberían utilizar los recursos financieros del sector privado y ampliar los servicios, a la vez que reducir la carga que pesa sobre los limitados recursos públicos.