Cuando Medina Cantalejo pitó el final del partido el césped del Reyno de Navarra fue invadido por una marea blanca, con los brazos al viento. El Real Madrid era campeón de Liga y los jugadores no se cortaron un pelo a la hora de celebrar el título. En el club habían pedido naturalidad y tranquilidad en las celebraciones, pero el modo en que se produjo no pudo frenar las pulsaciones de los actores.
Ducha al presidente
En el vestuario continuó la parafernalia. Se olvidaron los formalismos y se montó el lío. Ramón Calderón acabó en la ducha porque si no se ducha al presidente no hay título. No hubo piedad y el mandatario salió del templo luciendo una camiseta conmemorativa.
Dentro había sangre de guerreros. Y llamativa. Higuaín, con una herida en el rostro, y Heinze, con una brecha en un dedo, tiñeron la sala, pero no importaba. Entró en el escena el cava. Y los primeros en probar su temperatura fueron los periodistas. Cannavaro, Torres y Casillas salieron a la zona mixta y regaron a todo ser viviente.
En el vestuario, dos cánticos inundaron la estancia. El clásico ¡campeones, campeones! y ¡a Cibeles, a Cibeles! Mijatovic también acabó con la chaqueta empapada y con el traje para llevarlo al tinte. La primera parte de la fiesta pintaba bastante bien.