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Los inuit (antaño conocidos como esquimales) utilizan más de 50 palabras para definir los distintos estados del hielo y de la nieve. Hay palabras para el hielo que se bebe; la nieve en polvo; el hielo negro que ha estado en contacto con el suelo; el hielo azul, marrón o blanco; el que se utiliza en los iglúes o el transparente que está a punto de fundirse. Pero pronto les va a bastar con media docena de palabras porque su medio se derrite vertiginosamente.

Tan rápidas van las cosas, que cada año se superan las marcas de la fundición de la banquisa del océano Ártico. El año pasado se batió con mucho el registro, con una fundición de las placas de hielo evaluada en 19.000 millones de toneladas más que en 2006. Este año, el deshielo ya es igual que el del año 2007 y dependiendo de lo caluroso del verano, se sabrá si sigue en ascenso la desaparición del polo Norte tal y como lo estudiamos en la escuela.

Lo acelerado del proceso mantiene en continua evaluación a los científicos. El Centro Boulder de EEUU ya ha anunciado que para el verano de 2012 es posible que en verano el mar se quede sin su cubierta helada, algo impensable hace tres años, cuando los expertos consideraban ese escenario para mediados de este siglo.