De todas las hazañas deportivas de los Juegos Olímpicos de Pekín, hay una que más ha llamado la atención: el récord histórico del nadador estadounidense Michael Phelps al lograr ocho medallas en unas misma olimpiadas.
Periodistas deportivos, espectadores, colegas nadadores y el público en general se rascan las cabezas pensando cómo hizo este joven de 23 años para alcanzar semejante marca inédita.
Y muchos señalan que, más allá de su entrenamiento y dedicación, Phelps cuenta con una herramienta crucial: su cuerpo.
Puede verse a simple vista que Phelps tiene un cuerpo de nadador privilegiado; lo importante es que cada una de sus características físicas aporta a su desempeño de manera clave.
Para empezar, sus brazos.
Su flexibilidad de tobillos, rodillas y codos es enorme, y también en el torso
Fernando Canales, miembro del equipo de entrenadores de Michael Phelps
Así como el tamaño del calzado de la mayoría de las personas es de la misma longitud que la distancia entre la muñeca y el codo, todos tenemos una envergadura (el ancho que ocupamos con los brazos extendidos) que debe ser similar a nuestra altura.
Phelps, en esto, es distinto: basado en su altura, debería tener una envergadura de unos 196 centímetros.
Sin embargo, con sus brazos abiertos cubre 208 centímetros y esto le proporciona palancas perfectas para avanzar en el agua.
Sigamos: si uno intentase adivinar su altura por el largo de sus piernas, ésta sería de alrededor de 1,80 metros.
Pero Phelps cuenta con un enorme torso -desproporcionado respecto a sus piernas- y mide 1,93 metros.
Como explica en una columna escrita para la BBC por el ex nadador olímpico británico Steve Parry, esto le permite superar uno de los principales problemas que sufren los nadadores; al arrastrarse por el agua, las piernas los desaceleran.
Phelps, con piernas cortas y torso grande, puede así moverse más rápido.