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El nombramiento de Diego Buades como nuevo responsable de las marcas Hansa y KWC en España tiene como principal objetivo que ambas firmas consigan en nuestro mercado el mismo posicionamiento en cuanto a calidad y prestigio que ya ostentan en países como, por ejemplo, Alemania, Italia o la propia Suiza. Para lograrlo, KWC cuenta con la autonomía necesaria, así como con una red de comerciales formada por especialistas en este segmento del sector.
Por otro lado, los responsables de esta iniciativa son perfectamente conscientes de que la primera de sus tareas pasa por el hecho de que el cliente final conozca esta marca de grifería de prestigio y, por tanto, han decidido aplicar una innovadora estrategia empresarial que se rige por las variables producto, cocina doméstica e industrial/profesional; mercado, estudios de cocina o empresas especializadas en cocinas industriales; canal de distribución, delegados de zona y distribuidores/delegados de zona; precios; equipo humano y marketing/comunicación.

España, un mercado de gran potencial

Esta firma, que dispone de un centro productivo de 70.000 m2 situado en la población de Unterkulm (Suiza), factura 65 millones de euros anuales: 66% en Suiza, 32% en exportación y 2% en productos especiales para otros fabricantes, y cuenta con clientes en 40 países repartidos por todo el mundo. Sus objetivos en relación a la exportación se centran en el ámbito de la cocina, a pesar de que en el mercado autóctono disponen del 40% del mercado total de grifería, incluyendo todas las variantes.

En concreto, desde su mercado de exportación se considera que el mercado español tiene un gran potencial y, debido a ello, se ha decidido reemprender la introducción en él a través de una nueva estrategia. En la actualidad, de entre los modelos comercializados por esta firma, destacan Domo, Eve, Bliss, Systema, Ono, Inox o Gastro.

Los distintos modelos que componen las distintas gamas de grifería KWC experimentan un proceso de elaboración que se inicia con un núcleo de arena silícica que acaba erigiéndose como el espacio hueco en el producto final. Los grifos se elaboran mediante fundición en coquilla, alcanzando unos 1.000 grados durante su cocción, y a partir de barras de latón, obteniendo dispositivos de grifería en bruto. En cada uno de los procesos, el resultado es controlado por técnicos especialistas, de modo que revisan cada unidad, descartando aquellas que presenten el más mínimo defecto. Tras el proceso puramente mecánico, los grifos son rectificados y pulidos en la línea de robots, pasando por varios fases antes de ser cromados en las instalaciones de galvanizado. El último estadio corresponde al montaje y embalado del producto terminado.