La higiene es fundamental para mantener una óptima salud dermatológica. El baño es quizás uno de los lugares con mayor incidencia en este sentido, especialmente si su uso es compartido con varias personas, por lo que conviene extremar medidas.
El baño es el auténtico centro de higiene, tanto de nuestro hogar como de nuestro lugar de trabajo y, prácticamente de todos los lugares en los que pasamos el tiempo suficiente como para necesitarlo.
Por ello conviene extremar las precauciones, ya que lo que debe ser un lugar destinado a salvaguardar nuestra salud desde la higiene facial y corporal puede convertirse en foco de infecciones y otros problemas de salud si no lo cuidamos.
Una de las imágenes que más nos molestan al entrar a un baño es la presencia de restos de vello corporal, tanto en el lavabo como sobre el suelo, pero no sólo resulta antiestético, sino que esos cabellos pueden servir fácilmente de vehículo de transmisión de dolencias como los piojos, por poner un ejemplo. Es preciso recoger los pelos que caigan al peinarnos y tirarlos a la papelera si hay y si está tapada- o al inodoro.
No es aconsejable usar la toalla para retirar el maquillaje de la cara, ya que solemos usarla para secar nuestras manos, precisamente uno de los puntos de nuestro cuerpo que más contacto tiene con el entorno.
Sobre todo si nos encontramos en un baño público, es conveniente tirar de la cadena, antes de usar el inodoro para evitar infecciones de anteriores usos. Tras usarlo, es imprescindible retirar todo residuo que pueda quedar, tanto en el inodoro como en el suelo y, por último, lavar adecuadamente las manos con jabón. Debe ser ésta nuestra última operación antes de dejar el baño.