El mueble de baño no se encuentra en el epicentro de la construcción y, en consecuencia, la evolución de sus ventas no se halla directamente vinculada a la caída del sector. No habría una traslación automática de un mercado a otro, pero las repercusiones del retroceso de obra nueva se han dejado sentir con fuerza -y se dejarán sentir mucho más -.
Como explica José María Olivas, responsable de ventas nacionales de Gamadecor, de Porcelanosa Grupo, «si la desaceleración del mercado inmobiliario hace desaparecer en torno al 20% de las empresas promotoras del mercado nacional, en el mismo nivel se reducirán las posibilidades de ventas del sector mueblista».
En algunos segmentos la relación es directa, ya que se trata de franjas en las que la obra nueva y el amueblamiento de baño están imbricados. Por un lado, y si bien es cierto que la mayoría del sector enfoca su oferta hacia la rehabilitación, una parte no despreciable está inmersa en el ámbito de la construcción, y aún existen fabricantes que, no estando especializados en el suministro a la obra nueva, sufren especialmente en lo que respecta a grandes pedidos.
Por otro lado, y desde hacía ya unos años, los muebles de baño se estaban empezando a posicionar en las obras para justificar el elevado precio de las viviendas, unas obras que ahora están paradas.
Por desgracia, todavía no se han notado todos los efectos de la nueva situación, ya que el sector vive por el momento de rentas. «Ahora se están terminando las viviendas proyectadas en 2006 y 2007 – explica un proveedor-. Lo preocupante es que no se están empezando obras nuevas, que son las que deberían equiparse en 2009 y 2010».
Efecto psicológico
Pero esta es una crisis difícil y compleja por la amplitud de factores que se han puesto en solfa y los aspectos que han sido tocados. Que si no lo serán por el lado de la construcción, lo serán por el del consumo; y si no por la realidad de las cifras, por la psicosis del consumidor.
En efecto, en el sector del mueble de baño parecen primar más las causas derivadas del consumo, de los niveles de crédito, de la percepción subjetiva de la crisis, que las causadas directamente por el parón de la construcción. A título de ejemplo, la evolución del consumo en los hogares españoles durante los dos primeros meses de 2008 supuso una caída del 20% con respecto al mismo periodo del año anterior. La desconfianza, generada en nivel de alta finanza, ha ido impregnando la economía real.
«El efecto psicológico de la crisis está creando una incertidumbre en el consumidor que hace que posponga cualquier actividad que signifique un gasto extraordinario», argumenta un conocido fabricante, en un diagnóstico que es compartido por muchos proveedores del sector: «Actualmente nos encontramos ante un mercado tremendamente temeroso, con falta de liquidez y grandes dificultades para acceder al crédito, lo cual se traduce en un frenazo del consumo». Esta última expresión no resulta exagerada en este mercado. De «parada total» califica un fabricante del sector la marcha de sus ventas. Porque al final todo queda relacionado en un círculo vicioso que un conocido importador y distribuidor resume con la siguiente ecuación: «no hay dinero, no hay obras, no se venden muebles».
Giro espectacular
El giro que ha tomado el mercado en los últimos meses ha sido realmente espectacular. «El primer semestre de 2007 – explica un fabricante valenciano – fue un periodo de crecimiento moderado, pero durante el segundo semestre ya se empezó a notar un estancamiento en la venta. Durante 2008 el mercado ha entrado en un claro retroceso, que va aumentando a medida que pasan los meses, lo que hace temer que el año acabará siendo muy duro para el sector».
La situación, por tanto, se ha invertido totalmente. Un fabricante calcula que si en 2007 las ventas del sector crecieron, por término medio, un 5%, en el primer semestre de 2008 habían caído un 5% en relación al mismo semestre de 2007. Estas cifras globales esconden una realidad mucho más dramática, en la que menudean las empresas cuyas ventas, no sólo están estancadas, sino que han caído hasta un 35% e incluso un 55%, mientras que otras, con peor suerte, tienen que abordar recortes de personal, declararse en suspensión de pagos o llanamente cerrar sus puertas.
Niveles de competencia
El descenso de la demanda no es el único problema al que se enfrenta el sector, que también debe dar respuesta a los altos niveles de competencia que rigen sus movimientos y que son, para bien y para mal, responsables del fuerte dinamismo que le ha caracterizado como sector sanitarista.
En primer lugar, el alto nivel de competencia entre proveedores, debido, por un lado, a la extrema atomización de fabricantes nacionales, y, por otro, a la presencia de producciones foráneas, provenientes de dos zonas bien diferenciadas: países asiáticos y de Europa del Este, con muebles de gamas bajas y más económicos, y países de Europa Occidental (Italia, Alemania, Francia ), que introducen en el mercado español muebles de alto valor añadido debido a sus diseños y a la calidad de sus materiales.
Estos niveles de competencia se traducen a su vez en vectores de presión sobre el conjunto del sector. El vector nacional de presión ya ha sufrido los primeros efectos de descompresión con el cierre de empresas, la desaparición de los proveedores menos preparados o de aquellos que por posicionamiento en el mercado han acusado más duramente el impacto de la crisis, etc.
¿Hasta qué punto la descompresión afectará a las importaciones asiáticas o de gama baja? No se espera una modificación sustancial de las posiciones conquistadas hasta ahora por estas producciones, que, de acuerdo con diversas fuentes del sector, han arrasado en los segmentos bajos del mercado. Comercializados mayoritariamente por los grandes distribuidores, un destacado proveedor afirma, con un punto de sarcasmo, que «los pocos muebles que ahora se venden, los venden todos ellos
«.
De hecho, hay dos segmentos de mercado en los que la crisis tiene, por el momento, una mayor repercusión: el superior y el inferior. Según José María Olivas, de Gamadecor, «se detecta que el consumo de mobiliario de baño de alto nivel registra un índice de caída menor que el de los segmentos medios». Por otro lado, se aprecia igualmente que el precio se erige en un componente fundamental de la compra, y que si no se puede renunciar a la compra de un mueble de baño, se optará por los modelos más económicos.
En este sentido, los fabricantes españoles insisten en el papel que están desempeñando grandes cadenas de mobiliario y equipamiento del hogar en cuanto promueven un tipo de mobiliario de baño alejado de los estándares a los que los habían habituado hasta ahora a los consumidores, y un destacado proveedor no duda en atacar la oferta de bricolage, a la que acusa de «perjudicar al sector».
Un segundo problema viene marcado por el nivel de competencia como resultado de la creciente sujeción del mueble de baño a las modas y tendencias de diseño, lo que acorta el ciclo de vida de los productos y obliga a los fabricantes a ofrecer nuevos modelos en tiempos más reducidos.
Este nivel de competencia también provocará una labor de limpieza en el sector, discriminando entre las empresas que puedan seguir a base de innovación, de investigación, de posicionamiento en nichos de mercado , pero asimismo capacidad financiera, y aquellas otras que no podrán seguir el curso de los acontecimientos.
Prioridades
Sometido a tensiones económicas, el sector pugna por capear el temporal e intentar sortear las peores consecuencias de la crisis. Algunas firmas recuerdan el potencial que pueden albergar los mercados internacionales. Pero la exportación como vía de salida a las dificultades del mercado español no parece la más prometedora.
Si bien en 2007 las exportaciones españolas del sector aumentaron un 12,1%, en el primer trimestre de 2008 la tendencia ya sufrió un vuelco total, casi exacto, registrándose una caída del -12,2%. Los principales países clientes han disminuido compras: Francia, por un valor de -19,4%; Portugal, en un -19,3%; Reino Unido, un -25,7%, etc.
Las empresas diferencian claramente dos plazos de respuesta a la situación actual, a corto y a medio/largo plazo, ambos imbricados, naturalmente, pero con objetivos y prioridades distintas.
A corto plazo, son mayoría las empresas que no ven una salida clara. La situación parece lo suficientemente confusa como para que cualquier decisión parezca estéril y cualquier iniciativa, inútil. Como argumenta un proveedor, «puedo asegurar que gran parte de los fabricantes, por lo menos, en nuestro caso, hemos hecho ya todo lo que se podía hacer: sacar novedades, cambiar catálogos, ofrecer facilidades en los cambios de exposición, financiaciones más largas, reducción de márgenes comerciales en beneficio del distribuidor, etc., etc., etc., Ya no se pueden hacer más acciones, tan sólo esperar, y que quede el mejor».
Esta sensación de fatalismo es común en determinados ambientes del sector, justamente porque las razones de la crisis exceden las posibilidades del propio sector: «Mientras no acabe la psicosis del consumidor -explica un fabricante-, poco se puede hacer. Sería peor un cambio radical de estrategia. Hay que aguantar la crisis como se pueda».
Ahora bien, que parezcan inútiles algunas de estas medidas, no significa que sean innecesarias y que haya que bajar la guardia. Por ejemplo, «es un buen momento para analizar los productos más rentables y eliminar la oferta menos atractiva, optimizando así los esfuerzos en conseguir mejoras en la calidad del producto y servicio del mismo, aspectos importantes para combatir la oferta de los mercados de importación».
Asimismo, y aunque en la actual coyuntura haya saltado al primer plano uno de los principales problemas del sector, la saturación del mercado, no se debe renunciar a seguir sacando novedades, ya que, como afirma un proveedor, «lo que nos mantiene es la última novedad».
Examen de conciencia
A medio/largo plazo sigue siendo válido el principio que asocia crisis con nuevas oportunidades. Para la mayoría de las empresas, lo más productivo de la actual crisis es precisamente la oportunidad que ofrece para repensar la estructura del sector, ser conscientes de la situación y prepararse para el desafío de la recuperación de los años venideros.
El sector no saldrá indemne de esta crisis, entre otras razones, porque la crisis no hace más que poner sobre la mesa todos los problemas de sus agentes y actores. «Lo que debemos hacer las empresas argumenta Lucía Chover, de Zoe Disseny Mobles es aceptar y analizar los posibles cambios que surjan a raíz de esta coyuntura, en el seno de los consumidores, de los productos, de la producción, de la distribución, del entorno y del comercio, reaccionando a tiempo, buscando soluciones y adaptándose de la manera más competitiva a estas transformaciones».
Este amplio examen de conciencia ha permitido ya tomar nota de algunos aspectos ineludibles y temas pendientes. Es el caso de la competitividad. Tal y como se presentan las actuales condiciones competitivas, y como lo harán con más fuerza en los próximos años, no se puede obviar el tema precio, por lo que hay que avanzar hacia «un producto inimitable a un bajo coste».
Lo que inimitable está claro: diseño exclusivo, singular, capacidad innovadora, etc. Pero, ¿cómo conseguir el coste más bajo? Aunque es una opción a tener a cuenta, no parece aconsejable fiar la totalidad de este objetivo a la producción en países de menores costes laborales, como China, entre otras razones porque otra de las exigencias de la nueva oferta es la combinación de colores, texturas, acabados , a gusto de cada cliente, algo difícil de acometer con una fabricación situada a miles de kilómetros de distancia.
Los cambios en la distribución exigen también un plus de adaptabilidad, inducidos por la relevancia creciente del tema precio, así como también por los cambios en los hábitos de compra y consumo. En efecto, el baño se contempla ya en determinados ambientes como un subconjunto del amueblamiento general de la vivienda, un aspecto particular y propio, sin duda de la decoración del hogar. De acuerdo con unas emergentes tendencias, el mobiliario de baño puede hermanarse mejor, no tanto con el sector de la construcción como con el de la decoración, inmerso en una exposición, no de materiales constructivos, sino de equipamiento doméstico.
Libertad de creación
Sea como fuere la evolución del mercado, es indudable que el mobiliario permanecerá como pieza central del baño, aunque obviamente cambiarán sus funciones e incluso su concepto. Las líneas de modificación ya están claras en la actualidad: flexibilidad, adaptabilidad, modularidad
En primer lugar, una absoluta libertad en la concepción del producto: «No hay una tendencia clara de diseño, porque todo vale. Valen todos los estilos, todos los colores, todas las formas, vale todo lo que pida el cliente, al que se le busca
». Libertad de creación, pues, absoluta, pero al servicio de los gustos del. cliente, al que se intenta atrapar con las más variadas propuestas de estilos y diseños.
La personalización del mueble, una de las tendencias que con más fuerza se han impuesto en el sector, tendrá su continuidad en el futuro. Las colecciones de muebles se han consolidado como verdaderos programas de propuestas. No interesa tanto llenar un espacio como dominarlo. A la variedad de medidas se le añade la combinación de materiales y la diversidad de acabados. Las maderas, tanto claras como oscuras, se alternan con las versiones lacadas en colores fuertes y brillantes. Y sin olvidar el versátil y espectacular negro, presente cada vez más en el baño. El vidrio se conjuga con el metal y la madera. Y en las encimeras, junto con la porcelana, destacan cada más las resinas sintéticas, el acero, el vidrio, así como otros tradicionales, como los granitos y mármoles de nuevos acabados. Y luego, todo estos acabados y materiales en el mueble y en la encimera, coordinados y entrando en resonancia entre sí.
Ahora bien, esta puesta en juego de la innovación e investigación estética y de materiales sigue estando al servicio de un principio que nadie olvida: la funcionalidad. Como dice José Mª Vives, de Comercial Salgar, «al ser una pieza necesaria y práctica en el espacio del baño, variará en tamaño y diseño según el ámbito familiar del usuario». Es conocida la variedad de hábitats domésticos, de dimensiones de la vivienda, de formas de convivencia En consecuencia, el mueble de baño se adaptará al espacio disponible, por ejemplo -y cada vez más-, a espacios más reducidos, sin dejar de cubrir igualmente las necesidades de almacenaje.
Almacenaje
El diseño, por tanto, al servicio de la ordenación. «En los estilos tradicionales -comenta un destacado proveedor- se va hacia el aprovechamiento del espacio, ubicando debajo del lavamanos muebles totalmente funcionales con puertas y cajones que buscan un máximo de orden en el baño. Estos muebles llegan a tener la flexibilidad suficiente como para tener una versión del lavamanos sobre mueble o integrados en la encimera. Y en cuanto a los nuevos diseños, se trata de que el mueble sea una pieza como tal, a seleccionar dentro de las dimensiones disponibles, sin la obligación de que tenga que ocupar todo el espacio y adaptarse a las paredes disponibles».
La atención preferente al diseño de los cajones interiores para una mejor distribución de los objetos es una constante de los últimos lanzamientos al mercado registrados en los últimos meses. El extremo cuidado con el que las empresas conciben estos pequeños espacios habla a las claras de la necesidad de responder a las necesidades reales del consumidor.
El mueble de baño está a punto de dar un salto conceptual. Las más evolucionadas tendencias apuntan claramente hacia un entorno integrador con el resto de la casa. Esta evolución contempla dos líneas. Por un lado, el diseño del mueble de baño se concibe cada vez más en consonancia con las tendencias del hogar. De este modo se intensifica la orientación hacia la moda que ya caracterizaba la dinámica del sector, pero ahora de forma más consistente, no simplemente a nivel formal, como imitación, sino también como contenido, de acuerdo con el fondo decorativo del hogar.
Por otro lado, el espacio del baño se abre hacia la zona de la que depende, que en la mayoría de los casos – pero no exclusivamente- es el dormitorio. Esto obliga a equipar este espacio en concordancia con el resto de la casa y resaltar su nivel de equipamiento en calidad de materiales y valoración del diseño.
Y esto replantea, en fin, el papel de los propios canales de venta de mobiliario de baño, que trascienden el canal sanitarista tradicional y se abren a otros tipos de puntos de venta, en los que la profesionalidad va de la mano del diseño más avanzado.