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El consumo de agua embotellada ha ido creciendo a un ritmo constante desde hace tres décadas, porque mucha gente la percibe como más segura, con mejor sabor y de mejor calidad, aunque muchos estudios revelan que el agua del grifo es igualmente saludable. El agua mineral se caracteriza, eso si, por ser pura y por contener las propiedades naturales especificas de su fuente de origen, además de sales, minerales y oligo-elementos. Para el consumo diario es mejor tomar una que tenga un nivel bajo de sales ya que una dieta equilibrada es suficiente para que el organismo tenga el aporte necesario de sustancias minerales. Sin embargo, en los climas más calurosos es más apropiado beber agua de mineralización media ya que a través de la sudoración se pierden estos componentes esenciales. La mineralización fuerte irá indicada para determinados estados de salud y es mejor que venga recomendada por un médico. También hay que tener claro que no es lo mismo el agua mineral natural, cuyas características se mantienen intactas en la botella, que la preparada. Esta última sometida a un proceso fisicoquímico para que reúna las características requeridas por la normativa sobre la potabilidad del agua. Es recomendable leer bien las etiquetas de las botellas para estar seguros del tipo de agua que bebemos y del grado de mineralización adecuado a nuestros intereses o necesidades.