Los vídeos beta, el calienta-leches, las máquinas de escribir, el brasero… y como podéis ver en esta imagen, también la bañera.
Todos los urbanitas empedernidos extrañamos la vida rústica (aunque no nos sacase del asfalto ni una bomba nuclear). Esa dicotomía de nuestra insatisfecha sociedad: siempre ansiar y extrañar lo que uno no tiene.