Tener establecida una hora fija para el baño.
Realizar las adaptaciones oportunas en el baño para que la actividad sea segura y no haya accidentes, tales como cambiar la bañera por un plato de ducha, asientos, alfombra antideslizante, barras asideras para la ducha…
Vigilar la temperatura del agua, par evitar quemaduras.
Evitar discutir si necesita o no asearse: la persona no participa de la lógica del cuidador por lo que si se niega a bañarse no se conseguirá nada intentando hacerle razonar. No hay que dar pie a que responda que no, para lo cual no se le preguntará si quiere o le apetece asearse, simplemente se le indicará «tu ducha está lista» o bien «ya es la hora de ducharse». Si se niega rotundamente es mejor distraerle con otra cosa e intentarlo otra vez al cabo de un rato.