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Mï¿œs de 6,5 millones de espaï¿œoles han cumplido ya los 65 aï¿œos. Muchos de ellos mantienen buenas condiciones fï¿œsicas, cierta capacidad adquisitiva y ganas y tiempo para disfrutar la vida. Cada dï¿œa demandan y se les ofrecen nuevos servicios y productos adecuados para ese segmento de la poblaciï¿œn que sigue creciendo. Una poblaciï¿œn, por cierto, heterogï¿œnea. No tiene las mismas necesidades una persona de 65 aï¿œos que otra de ochenta.
Como tampoco necesita la misma atenciï¿œn un jubilado que convive con su familia que otro que, voluntaria o involuntariamente, estï¿œ solo. Lo cierto es que los miembros de la llamada «tercera edad» se han convertido en clientes a los que se dirige todo un mercado de servicios tanto pï¿œblico como privado.

La Administraciï¿œn canaliza su oferta a travï¿œs del Instituto Nacional de Servicios Sociales que, tras la reciente modificaciï¿œn ministerial, depende del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
En concreto, para las personas mayores, el INSERSO tiene en marcha varios programas de actuaciï¿œn para mejorar sus condiciones de vida: vacaciones para la tercera edad, termalismo social, ayuda a domicilio y estancias diurnas en residencias, entre otros.
La empresa privada comenzᅵ a trabajar en este mercado hace relativamente poco tiempo. Los primeros negocios surgieron para dar respuesta a las necesidades bᅵsicas de los mayores. Hoy, el campo de actuaciᅵn de las empresas de servicios para las personas mayores ha crecido hasta ofrecer los servicios integrales, tanto para individuos particulares como para residencias e instituciones.
Los servicios a las personas mayores, sean pï¿œblicos o privados, se resumen en tres campos de actuaciï¿œn: asistenciales, vivienda y ocio.