Vidrio en el baño

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Las últimas tendencias en equipamiento de los baños pasan por introducir el vidrio como uno de los elementos fundamentales del lavabo.
El equipamiento del baño es uno de los más innovadores, una vez que se superó la idea de la cerámica y el mármol, así como el color blanco el más demandado en los sanitarios hasta hace bien poco tiempo.
La introducción de los lavabos de vidrio responde a una moda que se ha hecho muy conocida, aunque no popular, ya que acapara tan sólo el 10%, frente al 90% de las ventas de lavabos de cerámica. Sin embargo, esta demanda ha sido tenida muy en cuenta por los fabricantes, españoles y extranjeros, que se han apresurado a incorporar en sus catálogos productos de este tipo, de tal forma, que en apenas cuatro años se ha saturado un mercado limitado en sí mismo, sobre todo por el perfil del cliente.

Según los estudios de las empresas, el consumidor que se decanta por los lavabos de vidrio es joven, de capacidad adquisitiva media-alta y que busca muebles de diseño avanzado, superado el temor de instalar en su baño un objeto de cristal y, aparentemente, frágil.

Aunque el lavabo de cristal tenga una apariencia débil, los fabricantes se encargan de que esto no sea así, realizando rigurosos controles de seguridad en el costoso proceso de fabricación. En el mercado actual, existen piezas de producción nacional, que se venden a un precio similar y otras, de origen chino, cuyo coste es notablemente inferior. Para saber qué está comprando, el consumidor puede comprobar la calidad del lavabo, en primer lugar, por el grosor del vidrio. Lo habitual es que oscile entre 15 y 19 milímetros, medidas inferiores a esta referencia, cuyo precio es muy barato, debe desecharse en beneficio de la seguridad, según recomiendan los expertos.

La moda que ha puesto al vidrio en un lugar predominante en los baños, ha instaurado también los colores en los mismos, así como una línea de diseño en todos los anclajes y grifería, ya que todo va a la vista. No hay que olvidar, que la decoración del baño ha de ser integral, teniendo en cuenta el resto del mobiliario, y no una acumulación de piezas aisladas.