Las casas de baños chinas son una mezcolanza de lo que en Occidente sería un balneario, una sauna, un local de masajes y un baño público, y constituyen una milenaria y a veces ambigua tradición que está a punto de dar con su marco legal.’Se espera que la regulación entre en vigor en el primer semestre de este año’, señaló al diario ‘China Daily’ Luo Jizhen, portavoz de la Asociación Nacional China de Casas de Baños (CSPA, en inglés).Más de 150.000 casas de baños públicas dan hoy trabajo en el país más poblado del mundo a 10 millones de personas.Esta tradición se originó hace 3.000 años, durante la dinastía Shang (XVI-XI a.C.), cuando el emperador adoptó la costumbre de bañarse antes de las ceremonias de entronización y de los sacrificios.Pero fue durante las dinastías Han (206 a.C-220) y la Tang (618-907) cuando empezaron a proliferar entre las clases aristocráticas los baños al vapor y medicinales y los balnearios.Su democratización se tradujo en el siglo XX para las clases más bajas en lugares donde ducharse, bañarse y recibir masajes de medicina tradicional china, a falta de baños propios en las casas de los cascos urbanos antiguos, como sucede en Pekín o Shanghai.La pervivencia de estos baños es uno de los motivos por los que es frecuente ver a los chinos pasear en pijama por la noche de regreso a casa tras haber tomado una ducha, una tradición en franca decadencia desde que los hogares chinos cuentan con baño.Pero la vida en las casas de baños públicas de esos barrios quedará plasmada para siempre en algunas de las películas más memorables del cine chino, como ‘La ducha’ (‘Xi Zao’, 1999), del realizador Zhang Yang.Aparte de ser un lugar de reunión entrañable para cotilleos vecinales y sabios consejos, la casa de baños se ha convertido también en un rito iniciático para el turista.Las hay de todos los estándares y precios, desde el masaje por 40 yuanes (6 dólares) en un local de barrio en el que masajistas ciegos aporrean a los clientes en función de lo constreñidos que estén los meridianos por los que circula el ‘qi’ (‘energía’), según la medicina china, hasta los más lujosos.En estos últimos, por 300 yuanes (42 dólares) se puede disfrutar de un masaje con aceites estilo tailandés, o de un detallado, pulcro y doloroso masaje chino, baños aromáticos y tratamientos cosméticos en un ambiente de incienso y lámparas a media luz.Las fronteras del masaje chino se extienden hasta la prostitución en baños, saunas y peluquerías, donde chicas ataviadas con minifalda y botas altas se ofrecen con la promesa de un ‘happy end’ (‘final feliz’) para el turista.La comunidad gay también sabe que en la última hilera de duchas es donde tiene más posibilidades de tener un encuentro feliz, aunque sea pagando.En medio de este caos de ofertas en el que aparte de masajes, saunas y baños nunca falta pedicura, té, comida y bebida, las autoridades chinas han decidido poner un cierto orden.Los ministerios de Sanidad y Comercio han anunciado la creación de una categoría de ‘5 estrellas’ con la que los establecimientos tendrán que disponer de al menos 20 habitaciones individuales de masaje, facilitar casilleros y permitir reservas.Los nuevos estándares requieren que todas las casas de masaje y baños publiquen su nivel de higiene y desinfecten instalaciones, juegos de té, toallas, chanclas y albornoces.Además, los armarios tendrán que ser desinfectados dos veces a la semana, las piscinas y bañeras a diario y la renovación del agua se deberá realizar ‘sin demora’.Los precios tendrán que quedar claramente detallados en todos los negocios que provean ducha, baño, piscina, baños medicinales, saunas, manantiales, balnearios y servicios relacionados, como masajes, pedicura, bebida y comida.Y es que, como señala Tian Kun, abogado de la CSPA, ‘la publicidad engañosa y la competencia desleal ha aumentado sigilosamente en este sector en los últimos años’.