Renovarse o morir

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20080301elpviavje_7.jpgEl recientemente inaugurado complejo termal de Panticosa, obra de Belén Moneo. El edificio de las Termas de Tiberio resplandece en la noche pirenaica tras su fachada de losas de vidrio iluminadas con diodos de colores. En el interior, la desnudez del hormigón y el cristal crea ese ambiente conventual de la nueva balnearioterapia a través de escaleras, pasillos y zonas de aguas protegidas del exhibicionismo acostumbrado en la penúltima generación de hoteles spa. Pura poesía de los sentidos.20080301elpviavje_61.jpgLas cabinas, identificadas mediante un sistema cromático inspirado en los azulejos del antiguo balneario de Panticosa, proponen un tratamiento facial que sólo pueden disfrutar los huéspedes del Gran Hotel, proyectado por su padre, Rafael Moneo. Conocido como Método PR (Panticosa Resort), este tratamiento utiliza cinco cosméticos distintos para cada zona del rostro, en función de las características de la piel. A su llegada, el paciente recibe un ramo de flores frescas y un menú musical para ser escuchado en la cabina. Los cosméticos utilizados pueden adquirirse en el hotel.panticosa3_ampl.jpgRenovarse o morir. Además de esta nueva ola espiritual en la conceptualización del salus per aquam, los hoteles alientan la conquista de los sentidos con propuestas originales y cada vez más exclusivas. Baños de cítricos o de champán, mascarillas elaboradas con oro y retinol, tratamientos a partir de caviar o trufa… Ungüentos delicatessen que rozan lo estrambótico, aplicados en escenarios de ciencia-ficción diseñados bajo los principios del feng shui, la cromoterapia, la aromaterapia o la musicoterapia, que invitan a vivir una experiencia sensorial única.