La hidratación es un gesto cotidiano que no debe obviarse en ningún caso porque cuando las reservas hídricas son insuficientes, la epidermis se marchita como una flor. La deshidratación tiene lugar cuando el nivel de agua de la capa córnea se sitúa por debajo del 10%.
Otros factores que provocan la falta de agua son la edad, la genética, las enfermedades, la alimentación, el estrés, los cambios bruscos de temperatura, la cosmética agresiva o inapropiada, el sol y el clima donde se habite.
Los especialistas advierten que la piel está mejor hidratada en un clima seco que en un ambiente húmedo, ya que el cutis resiste mejor en un entorno extremadamente seco pero constante, que en un clima húmedo pero variable. Lo que más deteriora la piel son las variaciones de humedad que se producen de pasar de un lugar con calefacción o aire acondicionado a la calle. Por eso resulta imprescindible hidratar la piel todos los días. Las nuevas hidratantes, cuyas texturas se adaptan a cada caso, devuelven la frescura y la luminosidad al rostro.