El baño mortal de 47 veraneantes

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Todo el mundo sabe que la mejor manera de combatir el calor es tomar un buen baño. Pero de lo que no todos son conscientes es del peligro que ello conlleva. Desgraciadamente, pegarse un chapuzón fue lo último que hicieron 47 personas en el pasado mes de julio y en lo que va de agosto, entre ellos 17 menores y 12 ancianos, que perecieron ahogadas durante el baño. Y queda más de un mes para que acabe el verano. Los niños, especialmente menores de cuatro años, y los mayores de 65 son los dos segmentos de la población con más peligro de ahogarse. Los lugares más peligrosos para ellos son las piscinas privadas y las playas, respectivamente.

Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud, cada año mueren en España entre 70 y 120 personas ahogadas en piscinas, playas, ríos o embalses. La mayoría de ellos son niños, y el 86% de las tragedias que sufren éstos son en instalaciones privadas, según la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes. El pasado viernes, un niño de siete años moría en una piscina de un campamento de San Martín de Valdeiglesias (Madrid). Fue el último de los 17 infantes que se han ahogado desde principios de julio. Sólo uno de ellos murió en la playa: el resto fallecieron en piscinas, la mayoría de ellas privadas, donde la vigilancia no se rige por reglamentos.

Según los expertos, con la adopción de más precauciones se reduciría significativamente la fatal cifra de ahogados. «Los ahogamientos suelen ser un cúmulo de circunstancias», asegura Carlos Urquía, responsable del Plan de Salud de Cruz Roja España. «La primera prevención que deberían tomar los padres es enseñar a nadar a sus hijos cuanto antes posible, a poder ser antes de que cumplan los 7 años». Los que tengan piscinas privadas deberían vigilar a sus pequeños y poner vallas alrededor de la pileta para evitar caídas. También se recomienda instalar alarmas (el sistema más común consiste en unas boyas con sensores que suenan al detectar la vibración del agua).

En el caso de los mayores, un hombre de 77 años falleció ayer al mediodía mientras paseaba por la playa de Gorliz (Vizcaya). Aunque no murió ahogado, el hecho de que la tragedia sucediese en la playa es significativo. No en vano, gran parte de los mayores de 65 años que han muerto ahogados en julio y agosto lo han hecho en la playa, dónde existen vigilantes pero es más difícil abarcar a la totalidad de los bañistas.

Para este sector de población, la prevención también es la mejor arma para combatir los ahogamientos. Es difícil que alguien se ahogue simplemente por tener un corte de digestión. Lo que suele ocurrir para que la situación llegue a ser fatal es que intercedan otros aspectos. Los más comunes son meterse muy adentro en el mar, estar fatigado o no saber nadar.

«La primera norma, por obvia que parezca, es respetar las señales», como las banderas amarilla o roja o los carteles que advierten de corrientes. Además, los bañistas adultos «deberían ser conscientes de cuáles son sus limitaciones». Es aconsejable no meterse más allá de dónde el agua le cubre a uno la mitad del cuerpo. Los principales consejos para impedir accidentes durante el baño son éstos:

– Poco a poco. En los días calurosos, es recomendable meterse en el agua poco a poco para evitar cortes de digestión, ya que mientras que nuestro cuerpo está a 38 ó 39 grados, la temperatura del agua no suele pasar de 22.

– Nadar en paralelo. Nadar a lo largo de la playa en vez de adentrarse en el mar es otra de las recomendaciones más frecuentes de los expertos, aunque también una de las más incumplidas por los bañistas.

– Pocas heroicidades. Si alguien está en apuros, lo primero que se debería hacer es avisar al socorrista o vigilante, o arrojar un objeto que flote. Lo último sería intentar efectuar el rescate uno mismo.

– Salirse a la mínima. Las autoridades recomiendan salir del agua si se notan algunos de los siguientes síntomas: escalofríos o tiritona con enrojecimiento de la piel; sensación de fatiga, dolor de cabeza o pinchazos en la nuca; picores en el vientre, brazos o piernas; sensación de mareo, vértigo o zumbidos en los oídos; visión borrosa o lucecitas; calambres musculares o dolores articulares.

– No de cabeza. Se debe evitar tirarse de cabeza en lugares de fondo desconocido, ya que puede haber poca profundidad, piedras o rocas. Las zambullidas en el agua son la causa del 6% de las lesiones medulares en España.