Parece incuestionable que el acceso al agua es un derecho de todos los habitantes de la Tierra, pero la realidad es menos “ideal”. El Oro Azul es un bien económico-comercial a la altura del petróleo, uno de los motores de la nueva economía y una mercancía que aumenta su valor, según se recrudece el mercado de la sed en los países más pobres.

Podemos vivir sin muchas cosas consideradas de primera necesidad, pero es imposible hacerlo sin el agua.

La ONU reconoce que el acceso al agua es un derecho de todo ser humano y establece que cada persona necesita un mínimo de 20 litros diarios, pero estos objetivos están muy lejos de la realidad y para alcanzarlos hay que llegar a un modelo de mercado en el que no se haga negocio de la necesidad.

Esta premisa es difícil de cumplir por varias circunstancias. La demanda mundial de agua dulce se duplica cada 20 años, un gran problema que se agrava debido a que los recursos híbridos están mal repartidos. El 60 % del agua está localizada en 9 países (Estados Unidos, Rusia, Canadá, Brasil, China e Indonesia). El resto, 80 naciones que reúnen el 40 % de la población mundial, se enfrentan a una desoladora penuria hídrica.

La mala explotación de esos recursos acrecienta el problema. Por ejemplo, en Latinoamérica se da una paradoja: hay escasez de agua en una tierra con importantes recursos acuáticos naturales. Más de 130 millones de personas carecen de suministro de agua potable en sus hogares.

Pero es África la que se lleva la peor parte. Según un informe de Manos Unidas, tiene un 13% de la población mundial total, el 40% de los conflictos armados se producen allí, mujeres y niños tienen que recorrer muchos kilómetros para abastecerse de agua, la mayoría de los gobiernos son corruptos y las ayudas llegan muy mermadas.

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En países que están mejorando su nivel económico como China o India el consumo de agua ha aumentando alarmantemente; la higiene y la dieta occidental incrementan el consumo de comida y agua.

Mientras tanto, en los países derrochadores de agua como EE.UU., el precio del agua es tan barato que no hay conciencia de ahorro. Las grandes industrias la compran a precios muy bajos y cada persona gasta más de 1000 litros al día.

Europa consume el 70% del agua del mundo, de la cual la mitad se desaprovecha con sistemas de irrigación poco eficaces, el pésimo estado de las conducciones de agua y las malas costumbres de los usuarios.