Todos hemos experimentado alguna vez el buen humor que nos transmite vestirnos con nuestro color favorito. Y al contrario, el rechazo al entrar en una estancia en la que los colores nos resultan agresivos o desagradables. La Cromoterapia no es algo nuevo; ya era utilizada en la antigüedad en Egipto, Irán India o China, civilizaciones que tenían en cuenta el color a la hora de construir las estancias de sus templos o lugares sagrados, que debían inducir un estado mental determinado.
Es un hecho que los colores poseen su propia frecuencia vibratoria, y que ésta puede influir positiva o negativamente en nuestra propia energía. Sus propiedades curativas están empezando a utilizarse cada vez más. Por ejemplo, en el cuarto de baño. Ya existen duchas y baños que incorporan luces de diferentes colores con propiedades terapéuticas. Sus efectos van desde favorecer el buen estado de ánimo hasta mejorar la presión sanguínea o curar un dolor de cabeza. La cosa tiene buen color