Lo amas o lo odias, lo mismo que ocurre con los crucigramas. A mí me entretiene, aunque lo juego muy de vez en cuando, pero eso es porque soy muy desesperado. A mi esposa, le encanta el Sudoku a tal punto que uno de sus regalos de cumpleaños fue un juego electrónico para que pueda resolver miles de estos rompecabezas mientras viaja en el tren o en el metro.
Lo cierto es que hay una fiebre internacional por el Sudoku, como parte de muchos otros ejercicios de lógica que ahora están de moda porque, dicen, ayudan a entrenar al cerebro. Y qué mejor prueba de la obsesión por el Sudoku que su versión en papel higiénico para quienes quieran disfrutar los acertijos hasta en el baño.
La idea no es nueva, de hecho lleva un par de años en el mercado, pero refleja bien el apetito por los acertijos, un apetito que dicen llevamos dentro los apasionados de la tecnología. Y no es la única muestra del amor por el Sudoku.