Todos hemos visto esas escenas de las películas en las que el protagonista llega a la cárcel y le obligan a desnudarse, enchufándole con unas mangueras de agua a presión. Esto es, ni más ni menos, lo que llamamos la ducha escocesa. ¿Qué pensaría nuestro héroe de película si supiera que pagamos por ello en un balneario?
Dejando aparte su finalidad higiénica, la ducha escocesa es uno de los tratamientos hidroterapéuticos más eficaces para combatir el estrés y tonificar nuestra musculatura. Se basa en la proyección de agua termal en chorros a presión desde una distancia de unos 3 metros. Se suele alternar agua caliente y agua fría.
El agua caliente abre los poros, relaja la musculatura y hace afluir la sangre y el calor a la superficie de nuestro cuerpo. El contraste con agua fría tonifica esa musculatura que estaba relajada y constriñe los vasos sanguíneos, creando un efecto microcirculatorio en la circulación periférica. El resultado es que salimos de la ducha escocesa más suaves que un guante: relajados, con los músculos tonificados y la piel libre de células muertas.
En tu próxima visita a un balneario, no dudes en probar la ducha escocesa. O, si lo prefieres, llama a Securibath y cambiaremos tu antigua bañera por un plato de ducha con columna de hidromasaje. Y tan ricamente.
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