Ya no tengo miedo a la hora del baño
Para la gente joven es muy sencillo pensar que estamos chocheando, o que al hacernos viejos hemos perdido el interés por asearnos. ¿De verdad piensan que a alguien le resulta agradable la falta de higiene? He de reconocer que en los últimos tiempos, mis visitas al baño para ducharme se espaciaban cada vez más. Fue desde la muerte de mi amigo Alberto; no es que muriera en la ducha, aunque con la caída que tuvo se podía haber matado.
Es que se rompió la cadera a raíz de ese mal resbalón, y desde ahí todo fue caer en picado, hasta su muerte hace seis meses. Y yo no quería acabar igual, así que, simplemente, evitaba el riesgo diario de «escalar» esa enorme bañera para poder acceder a la ducha.
Gracias a Dios, vi en los periódicos ese anuncio: te cambian la bañera por un plato de ducha, en sólo 24 horas y sin obras (que era otra de las cosas que más temía). Vinieron a casa a medir -gratis-, y el día acordado estuvieron trabajando de la mañana a la tarde y me dejaron mi ducha nueva a estrenar, y el cuarto de baño como si no hubiera pasado nadie por allí. Ahora vuelvo a disfrutar del momento de la ducha, ¡si es que voy hecho un pincel!