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Mis abuelos son ya muy mayores. Mi abuela tiene 86 años, y una osteoporosis de órdago, después de 6 hijos que le fueron robando el calcio en cada embarazo. Después de romperse la cadera por una mala caída, hace ya 5 años, nunca ha vuelto a ser la misma. Todos fuimos viendo cómo se iba quedando cada vez más limitada en sus movimientos.

Como regalo por su 86 cumpleaños, le hemos regalado el cambio de bañera por ducha en su casa, una casa baja antigua de 50 metros cuadrados a la que la reforma le ha venido de miedo. Primero miramos toda la información en internet, después vinieron a medir y a que decidiéramos la mejor combinación para la ducha.

Hemos puesto un plato de ducha a ras del suelo y antideslizante, para que los abuelos no se resbalen. Además, ahora se pueden duchar sentaditos en un taburete; y para ayudarles a levantarse sin temor a resbalar, unas barras de sujeción en las paredes de la ducha. ¡Y todo lo hicieron en un solo día! Cuando mis abuelos llegaron a casa, mi abuela no lo pudo evitar: se le saltaron las lágrimas, ¡se acabó el pasarlo mal para poder asearse!