Me acuerdo del día que hicimos esta foto. Estábamos en una playa llena de dunas, y mi abuelo me cogió en volandas, como solía hacer, y me llevó trotando por toda la playa. Recuerdo perfectamente la sensación de protección que me ofrecían sus fuertes brazos.
Ahora que está viejito y sus brazos no ya no son fuertes, quiero ahorrarle el mal trago de tener que pedirnos ayuda para entrar en la bañera. He llamado a una empresa que le ha cambiado su bañera por un plato de ducha antideslizante y a ras del suelo, y lo han hecho en un día. Yo estoy mucho más tranquila, han instalado unas barras para que pueda sujetarse al entrar y salir, o mientras se ducha, y ya no me da miedo que se resbale y se dé un mal golpe.
Creo que es lo menos que puedo hacer por él, que nunca dejó que me cayera de entre sus brazos.