Tengo 48 años, y soy un soltero empedernido. Vivo solo, en una casa no muy grande. Hace dos semanas tuve un accidente conduciendo hacia la oficina. Mi coche quedó «siniestro total», pero yo, afortunadamente, sólo he quedado como podéis ver.
Me siento afortunado de haber sobrevivido, pero esto va para largo. Seguramente pasaré la mayor parte de este año en rehabilitación, etc. Y de repente me he dado cuenta de una cosa muy tonta pero muy fastidiosa: ¡no puedo entrar en la bañera yo solo!
Sólo pensar en tener a alguien que me ayude a ducharme, se me abren las carnes. Así que he llamado a una empresa que me va a cambiar la bañera por un plato de ducha encastrado en el suelo y antideslizante, con una sillita plegable para ducharme sentado, y con barras de sujeción para entrar y salir. En un solo día estaba todo listo, ¿quién dijo miedo? A la ducha se ha dicho.