En el mundo occidental estamos -mal- acostumbrados a poner remedio a las dolencias cuando éstas ya se han producido. En la cultura oriental, mucho más respetuosa con los ciclos naturales del cuerpo, practican la medicina preventiva, mucho más acorde con los dictados del sentido común.
Se trata, simplemente, de escoger un estilo de vida que juegue a favor de nuestra salud, evitando que las enfermedades se produzcan. En este sentido, tomar la decisión de cambiar tu bañera por un plato de ducha puede reportarte muchos beneficios.
Una buena ducha templada al amanecer despierta a todo tu organismo: revitaliza tu mente después del descanso nocturno, preparándola para la actividad del día. Oxigena toda la musculatura, haciendo que despierte el cuerpo tras un sueño reparador. Además, terminar la ducha con agua fría aumenta nuestras defensas y la producción de glóbulos blancos, por lo que es la medicina preventiva ideal para evitar la gripe, los resfriados y el asma. Cuando estás sano por dentro, se nota por fuera. La ducha tonifica y mantiene la elasticidad de tu piel, manteniéndola suave y en su sitio durante más tiempo.
¿A qué esperas? Deshazte ya de esa vieja bañera e instala un plato de ducha para disfrutar de una salud de hierro.