Ganan por goleada; hoy está perfectamente asumido que un plato de ducha frente a la clásica bañera- es una apuesta más segura, accesible, cómoda y funcional, además de ecológica y más interesante para nuestro bolsillo en cuestión de ahorro.
Pero, una vez tomada la decisión de cambiar la bañera por un plato de ducha, entramos en un mundo en el que hay muchas opciones para elegir. En primer lugar, está la forma del plato de ducha: cuadrado el más demandado y práctico-, rectangular, semicircular y circular. Elegiremos uno u otro en función de nuestras necesidades o del espacio disponible. Es frecuente la elección de platos de ducha cuadrados en los baños donde el espacio es más limitado, rectangulares en caso contrario, semicirculares cuando tenemos la ducha en una esquina, etc. Las medidas oscilarán entre los 70×70 cm. y los 90×170 cm. de los modelos rectangulares más amplios.
El segundo punto a decidir es el acceso al plato de ducha. Antes era frecuente encontrar un borde de unos 12 cm. para entrar a la ducha. Ahora, sin embargo, por motivos de estética, economía y, sobre todo por seguridad, es frecuente encontrar los platos de ducha encastrados en el suelo. Estos platos de ducha a ras del suelo y los platos de ducha de obra facilitan el acceso directo para personas con movilidad reducida, personas en silla de ruedas o personas mayores que necesitan evitar el escalón para su aseo diario.
Otra de las decisiones que nos ayudan a crear hogar en el cuarto de baño es el material del plato de ducha y los colores del mismo. La elección del material no sólo responde a criterios estéticos, sino también de durabilidad y resistencia del mismo. Por eso, el más elegido suele ser la porcelana, aunque nuevos materiales como el metal esmaltado o el acrílico se están imponiendo. Las gamas altas incluyen la opción de realizar el plato de ducha en piedra natural o mármol. Y en cuanto a los colores, los hay en el tradicional blanco o naranja, morado, rosa, en liso, con relieves y serigrafías Hasta donde te atrevas a llegar.