cubosjabonsep05.jpg
El baño, en otros tiempos el gran olvidado de las tendencias y las modas de la decoración de interiores, ha vuelto a cobrar un importante papel como parte del conjunto armónico –que no homogéneo- en que la nueva concepción espacial constructiva ha convertido nuestra vivienda.

El gusto por los componentes naturales en casi todos los productos de consumo humano encuentra también su sitio en este nuevo baño, más coherente con la tendencia, estilo o simplemente gusto con que su propietario concibe la vivienda en general. Los dosificadores de jabón líquido para la higiene diaria –al menos la de las manos- ha dejado en cierto modo su sitio al jabón artesanal.

Su función, más allá del mero sentido estético visual, contribuye a generar una atmósfera global gracias al aroma. En este sentido, los jabones artesanales se están convirtiendo en los grandes protagonistas, cargados de esencias y fragancias de origen natural.

Es más, la sencillez de su elaboración ha motivado la proliferación de una afición que cobra cada día más adeptos: elaborar el jabón en casa. Basta con derretir una base neutra y suficientemente maleable para, añadiéndole aceites esenciales, extractos fragantes de origen vegetal o animal o simplemente la fragancia deseada, conseguir un jabón artesanal consecuente con la personalidad de su usuario.

Uno de los más buscados actualmente es el de aloe –una de las sustancias naturales preferidas entre los amantes de la fitoterapia-; otros presentan aromas obtenidos añadiendo infusiones de hojas o flores como la albahaca o el azahar. Quizás uno de los más curiosos es el que aprovecha el aceite de oliva sobrante de las frituras en nuestras cocinas para, mezclado con ginebra y agua, dar como resultado quizás el jabón más ecológico que exista, ya no sólo por su condición de artesanal, sino porque aprovecha uno de los residuos más frecuentes y de reciclado más complicado: el aceite de consumo culinario.