Al principio, a mí también me pareció un poco «fuerte». Pensaba que las llamadas duchas adaptadas eran exclusivamente para personas discapacitadas, para la tercera edad, etc. Pero, a medida que he ido explorando internet, me he dado cuenta de que es la mejor solución.
Cambiar nuestra bañera por un plato de ducha es la opción más coherente, ahora que mi mujer, María, está embarazada. No quiero tener ningún susto por culpa de un mal paso, un resbalón o una caída inoportuna. Mis padres me dieron la idea cuando les planteé mi preocupación. Ellos ya habían quitado la bañera e instalado una ducha adaptada a sus necesidades, y estaban encantados.
Lo hicimos con los mismos. Un día vinieron a tomar medidas y a evaluar todos los detalles: qué revestimiento cerámico queríamos, qué plato de ducha, qué mampara… todo. Y después vinieron otro día por la mañana, y cuando llegó mi mujer por la tarde, ya tenía su nuevo plato de ducha listo para ser usado. Ahora María se ducha más segura, y yo puedo estar tranquilo también.